La anécdota del proyecto Los garabatos del volver se ubica en un patio de una casa en Catamarca. Los cuatro nietos regresan a ese espacio donde se tramaron algunas huellas de las infancias reconstruidas en la adultez. La abuela Bertha monologa relatando fragmentos biográficos e interactúa con uno de ellos. A medida que transcurre esa siesta y tarde calurosa de verano van apareciendo voces que intentan conservar la vida transcurrida.
Y, así, van asomando preguntas sobre el presente y la inminencia de la muerte. Hay una planta de Santa Rita que funciona como testigo de ese espacio, una Viejera que quedó varada en Catamarca y escribe un diario de viaje y una aparición del Sagrado Corazón de Jesús que, cual Caronte, actuará como intermediario para el cruce de Bertha. Es un trabajo que se ubica en los límites de diferentes géneros discursivos y que pretende, a partir, también, de la desolemnización, un desmontaje de símbolos ya instituidos. En Los garabatos del volver se traman, en capas superpuestas, elementos de la cultura popular, creencias, recuerdos, deseos que, a su vez, intentan balbucear preguntas vinculadas con la memoria, el lenguaje y la muerte. El fin de un patio, el fin de una familia y la construcción de la memoria.