Bailarinxs / coreografía: Celia Argüello Rena, Pablo Castronovo, Hernán Franco, Iván Haidar, Bárbara Hang, Josefina Imfeld, Alina Marinelli, Margarita Molfino, Andrés Molina, Quillen Mut, Rodolfo Opazo, Florencia Vecino y Diego Velázquez
Concepto escenográfico basado en la obra de Eduardo Basualdo.
Música original y en escena: Ulises Conti
Diseño escenográfico: Cecilia Zuvialde en colaboración con Eduardo Basualdo
Anteproyecto escenográfico: Laura Gamberg
Diseño de vestuario: Damasia Arias
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux
Asistente de iluminación: Facundo David
Anteproyecto de iluminación: David Seldes
Colaboración artística: Damiana Poggi
Coreografía, dramaturgia y dirección: Diana Szeinblum
Productores del TNC Nadia Crosa, Silvia Oleksikiw y Anabella Zarbo Colombo
Asistentes de dirección del TNC Matías López Stordeur y Alejandro Pellegrino
El Ciclo Invocaciones desembarca en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes con su invocación XI.
Meyerhold, Jarry, Brecht, Artaud, Pasolini, Kantor, Fassbinder, Discépolo, Stanislavski, Lorca y Pina Bausch rasgaron el siglo XX con sus obras. Como artistas, suprimieron cualquier principio de orden heredado. Se encontraron con el poder revolucionario de la escena. Directorxs en peligro, en trance, en divergencia. En sus escritos no dramáticos, sus textos de teoría y también en sus propias biografías, quedó plasmado un cuerpo de ideas poderoso que sigue vibrando en las artes escénicas contemporáneas. Sobre esos influjos se posicionaron directores y directoras actuales de Buenos Aires, tomando esa liturgia poderosa para llevarla aún más allá. Invocar es llamar a través de un ritual. La conversación atraviesa la historia. El teatro se repliega, se repiensa y expande hacia el futuro.
Mercedes Halfon
Pertenezco a una generación atravesada por el acontecimiento de la obra de Bausch. Para lxs que comenzamos a bailar en esos tiempos la irrupción de Pina y su compañía, la Wuppertal Tanztheater, significó un corte transversal en lo que hasta entonces creíamos que era la danza. Nada pudo ser igual. Tal vez por eso, antes que “obra” o “espectáculo”, creo que “acontecimiento” es lo que describe mejor su trabajo. Su hacer modificó las condiciones del mundo artístico, dejando atrás la separación entre la danza y el teatro, para crear una inconmensurable unión. Introdujo al gesto cotidiano, que nos habló de la danza más que cualquier ampuloso movimiento. Pina subrayó la subjetividad del bailarín como única e ineludible forma de colaboración creativa.
Lxs que hemos hecho este espectáculo somos coreógrafxs y bailarines que hacemos y pensamos inmersos en las cualidades que la danza posee: ambigüedad, capas, misterio, abstracción, no-narración, insinuación sin respuesta alguna. ¡Obras del demonio!
Desde nuestra esquinita, declaramos que seguimos tratando de resucitar a la danza en el teatro. La danza para nosotros es un objeto sagrado; hay que devolverla a su legítimo lugar en el panteón de la materialidad.
Diana Szeinblum
La obra contó con el apoyo del Goethe-Institut para realizar una residencia de investigación previa.
Curaduría y coordinación general del CICLO INVOCACIONES: Mercedes Halfon y Carolina Martín Ferro.